COLECTIVO PARA LA DIFUSIÓN HISTÓRICA Y CULTURAL DE LA VILLA DE BURGUI (NAVARRA)


29 de agosto de 2009

BICENTENARIO DEL INCENDIO DE BURGUI




PROGRAMA DE ACTOS


28 AGOSTO 2009

19’30 h.- Conferencia-coloquio a cargo del periodista Germán Ulzurrun Zabalza bajo el título “Roncaleses en la Guerra de la Independencia.
Salón de actos del Ayuntamiento de Burgui.


29 AGOSTO 2009

19 h.- Inicio del desfile desde la Plaza Tomás de Burgui. Durante el desfile las campanas de la iglesia reproducirán el “toque de incendio”.

-          Bandera de Burgui, acompañada de la corporación municipal del Ayuntamiento de Burgui.
-          Bandera del Valle de Roncal.
-          Banderas de Garde, Isaba, Roncal, Urzainqui, Uztárroz y Vidángoz; acompañadas cada una de ellas por sus respectivos alcaldes y por una pareja de cada localidad, todos ellos ataviados de roncaleses.
-          Milicia roncalesa.
-          Vecinos del valle ataviados con la indumentaria tradicional.
-          Fanfarre de la Asociación la Kurruskla, de Isaba.


19’30 h.- Acto conmemorativo en la Plaza de la Villa (delante de la Casa Consistorial)

-          Presentación del acto, por un representante de la Asociación la Kukula, de Burgui.
-          Alarde de armas / Baile de la bandera.
-          Alocución
-          Baile del ttun ttun de Isaba (Grupo de baile de Isaba)
-          Baile de los Gigantes de Isaba
-          Alocución
-          Minuto de silencio en homenaje a todos los roncaleses fallecidos durante la Guerra de la Independencia, con repique de campanas (toque “a muerto”).
-          Jota de Sangüesa (Grupo de baile de Isaba)
-          Baile del ttun ttun de Uztárroz (Grupo de baile de Isaba)
-          Jota de Tafalla (Grupo de baile de Isaba)
-          Alocución del alcalde de Burgui
-          Descubrimiento de una placa en la fachada consistorial
-          Baile de los Gigantes de Isaba.
-          Despedida del acto.


22’00 h.- Cena popular




FOTOGRAFÍAS



Preparativos para el alarde de armas

Como telón de fondo las banderas de las siete villas roncalesas y la de la Junta del Valle de Roncal

Autoridades, trajes, gigantes, gente mayor y menuda... todos convocados para el recuerdo y el homenaje.

Tribuna de autoridades


Inicio del acto


Preparadas las "milicias roncalesas" para ser llamadas a la revisión de las armas


Y preparadas las autoridades para recrear lo más fielmente posible un alarde de armas


El secretario va llamando por su nombre a los varones, mayores de edad.


Y uno a uno...


...van acudiendo a la mesa...


...para que se les revise el arma, la munición y la pólvora.


Todo debe de estar en buen estado y listo para ser usado


Y ahora sí... ¡Preparados!...


...¡Listos!...


...¡Fuegoooo!


Y tras la salva de disparos la bandera roncalesa sale al centro de la plaza


La bandera se baila con sano orgullo, como se hacía antaño...


... como símbolo de autonomía


Se da continuidad al acto con el baile del ttun-ttun, otro signo de identidad roncalesa


Cada uno sigue el acto desde donde puede. Ellos, con el toque a muerto de las campanas, le dieron solemnidad al minuto de silencio que se guardó en recuerdo y quienes murieron dos siglos antes en el incendio


En su honor también bailaron los gigantes


... y se bailó la Jota de Sangüesa


... y el ttun-ttun de Uztárroz


El escritor e investigador local Félix Sanz Zabalza dedicó un poema a los antepasados que sufrieron aquella atrocidad


Iñaki Ayerra, alcalde de la villa de Burgui, se dirige también a los asistentes arropado por el resto de alcaldes del valle


Los alcaldes de Burgui (Iñaki Ayerra) y de Roncal (Agapito Boj) finalizan el acto con el descubrimiento de una placa


Una placa de recuerdo en tres idiomas



GUIÓN DEL ACTO

PRESENTACIÓN
A cargo de Fernando Hualde (Asociación Cultural La Kukula), en la Plaza de la Villa.


Buenas tardes a todos; arratsion guztioi:

            Representantes municipales, vecinos, banderas, de Garde, Isaba, Roncal, Urzainqui, Uztarroz, Vidángoz, y de esta propia villa; cuantos habéis venido desde otros lugares, sed bienvenidos a esta villa roncalesa de Burgui.
Mientras recorríamos ahora las calles del pueblo las campanas de la iglesia repicaban con estrépito. Ellas, con su lenguaje, nos repetían, probablemente, lo mismo que tal día como ayer, hace 200 años, pudieron anunciar a los feligreses de Burgui, si es que entonces dio tiempo a ello. Daban la alarma de que algo grave sucedía. Aquel 28 de agosto de 1809 este pueblo…, sus casas, su iglesia, su ayuntamiento…, ardían por los cuatro costados.
No se trataba de un incendio fortuito. Se trataba de una acción de guerra. Las tropas de Napoleón, en su afán imperialista, y en un intento de castigar el valor de los vecinos de este valle, castigaron duramente al primer foco de resistencia que encontraron. Burgui ardió como una antorcha gigante; en sus casas perecieron ancianos y enfermos que no pudieron escapar; y las llamas se llevaron por delante al ganado, a la iglesia con todo el patrimonio que albergaba en su interior, a la ermita de la Virgen del Castillo, al Ayuntamiento, y también a todo el extenso caserío que desde la kukula se desparramaba hasta el río. Las casas, con su estructura de madera, y con toda la paja almacenada en los sabayaos, ardieron ese día con siniestra rapidez.
Muchos vecinos de Burgui, la mayoría, asistieron impotentes al dantesco espectáculo de ver como en poco tiempo sus casas, su patrimonio, se reducía a cero, se volatizaba con las cenizas; y, lo que es peor, algunos seres queridos perdían la vida en esas mismas casas a las que durante generaciones habían dado vida sus antepasados.
Hoy estamos aquí, no para celebrar –pues no hay nada que celebrar-, pero sí para conmemorar, o rememorar, aquello que entonces sucedió. Lo que aquél 28 de agosto acaeció aquí fue demasiado grave como para que dos siglos después no fuésemos capaces de honrar la memoria de aquella generación que supo plantar cara y defenderse durante horas de un enemigo que militar y numéricamente era muy superior, que perdió vidas y haciendas, de aquella generación que de la ruina fue capaz de levantar con sus propias manos, y de su propia sangre, un nuevo pueblo.
Que nadie haya pensado que íbamos a ser capaces de cometer el error de mirar para otro lado en fecha tan señalada.
Que nadie espere tampoco un discurso en el que se confunda el afán imperialista y revanchista de Napoleón con la buena vecindad de la que siempre hemos hecho gala con nuestros vecinos del otro lado del Pirineo.
Y… ¡mirad!. Hay aquí trajes y banderas que nos hablan de valle, que nos hablan de identidad roncalesa. Esto no es casual, esto no es para hacer bonito, ni para dar colorido a una tarde como esta. Esto nos recuerda que la quema de Burgui estaba enmarcada en una acción contra el valle de Roncal; esto nos recuerda que los roncaleses hicieron causa común contra aquellos que pretendían dañar su identidad, su integridad y su libertad. Recordamos hoy el 200 aniversario de la quema de Burgui, pero a partir de hoy, a partir de aquél día, hubo otros incendios en el valle, incluso más nefastos, y por tanto habrá otras conmemoraciones como la de hoy.
Concebimos a este valle con la misma visión que demostraron tener nuestros antepasados. No faltaron rencillas entre pueblos, ni faltaron pleitos, ni rivalidades…, eso pasa en todos los sitios. Pero lo que ya no se encuentra tan fácilmente en otros sitios es esa capacidad de unión que siempre hemos demostrado; unión bajo una misma bandera, la roncalesa; unión bajo un mismo atuendo, el roncalés; unión bajo un mismo mando, el capitán a guerra, y además con un ejército propio. Esto nos hacía efectivos, militarmente prácticos, y también temidos. Pastores en tiempos de paz, soldados en tiempos de guerra…, así hemos sido los roncaleses.
Ha sido costumbre en este pueblo, y en todos los pueblos del valle, sin excepción alguna, mantener siempre dispuesto un pequeño ejército de combatientes listos siempre para socorrer al valle, y al reino de Navarra, ante cualquier incursión u ofensiva que nos pudiese venir desde los vecinos reinos de Aragón y de Francia. Hablamos de las milicias roncalesas. Para ello, una o dos veces al año, en días muy señalados, se celebraban en cada villa lo que se denominaba “alarde de armas”, o “lista de armas”, en los que todos los hombres de la localidad mayores de 16 años, debían ese día pasar por la plaza del pueblo en donde la autoridad se encargaba de supervisar que cada uno de ellos tuviese la escopeta en condiciones de ser usada, igual que la munición y que la ración de pólvora. Una vez que se daba el visto bueno a todos ellos, y como signo de fuerza y de identidad, se disparaban al aire unas salvas, y finalmente se hacía ondear la bandera del valle. Era aquello un alarde de armas, y un alarde de patriotismo.
Seguidamente, y de forma simbólica, vamos a recrear uno de aquellos alardes de armas; un alarde que, hecho en pleno siglo XXI, aunque ambientado en 1809, y en esta conmemoración del incendio de Burgui, quiere seguir siendo, de cara al exterior, un gesto de identidad, y de cara a nosotros un recuerdo de que la unión del valle es la que siempre nos ha hecho avanzar y progresar.
En silencio asistimos ahora esta escenificación.

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ALARDE DE ARMAS
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Hace 200 años el capítulo de desgracias que nos acompañaron en aquella francesada comenzó en Burgui el 28 de agosto de 1809 con la acción militar de las tropas napoleónicas capitaneadas por el general Plicque. Y se cerraba en Isaba el 13 de mayo de 1813, incendio este último que se convirtió en el episodio más grave de aquellos cinco años de confrontaciones, en donde el general Abbe, de nefasta memoria, quemó en aquella localidad 153 casas.
Nuestro recuerdo, protagonizado hoy por aquella generación de burguiarres que todo lo perdió hace exactamente dos siglos, y que son quienes hoy nos convocan, abarca también, como no podía ser de otra manera, al resto de vecinos y de localidades del valle.
Hemos querido que hoy estuviese aquí representado todo el valle, como así es. Y dentro de esa amplia representación, desde Isaba nos acompaña hoy su grupo de baile, y sus gigantes. El ttun ttun de Isaba tiene esta tarde un sentido muy especial; los vecinos de esta localidad fueron en su tiempo quienes mejor pudieron comprender la desgracia que vivió Burgui; y los vecinos de Burgui fueron entonces quienes mejor pudieron comprender lo que vivió Isaba aquél nefasto día de 1813. Doscientos años después Isaba acude a Burgui a honrar a aquellos antepasados de Burgui, a los de Isaba, y a los de todo el valle de Roncal, y lo hacen también mirando al Salazar, a Ansó y a Echo, compañeros nuestros del Pirineo, y que tanta sangre derramaron con nosotros en aquellos años. Para todos ellos va dedicado este baile tradicional de Isaba, y para todos ellos bailaran después los gigantes de esa localidad, que son gigantes roncaleses, recordándonos que en su momento, y en su tiempo, los vecinos de este valle, los de sus siete villas, siempre han sido gigantes, siempre se han crecido, y de forma efectiva, ante la adversidad, ante las tropas invasoras, ante la dificultad impuesta por las epidemias, por la orografía del terreno, por los incendios, por las inundaciones. Gigantes ayer, como hoy. Adelante el grupo de Isaba.

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BAILE DEL TTUN TTUN DE ISABA
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BAILE DE LOS GIGANTES DE ISABA
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Vivimos en una sociedad, y en una cultura, en la que los gestos son especialmente importantes. Y en un acto como el que ahora estamos celebrando se impone tener un recuerdo hacía aquellos ocho vecinos de Burgui que hace dos siglos, bien por su edad, bien por su enfermedad, no pudieron huir del pueblo quedando a merced de las tropas de Napoleón. Aquí, entre estas casas, en estas calles, dejaron su vida.
Otros lo hicieron en el campo de batalla, o en las prisiones y calabozos de las tropas enemigas.
Muchos de los que hoy estamos aquí somos descendientes directos de aquellos vecinos de Burgui, o de aquellos otros roncaleses que perecieron en aquella Guerra de la Independencia. De algunos sabemos sus nombres; otros, la mayoría, son anónimos.
Para todos ellos, sin excepción, y de forma muy especial a aquellos ocho vecinos de Burgui que perdieron su vida aquel 28 de agosto de 1809, vamos a dedicar ahora este simbólico gesto de un minuto de silencio, minuto este al que acompañará, quien sabe si igual que hace dos siglos, el tañido de la campana de la iglesia, con su toque a muerto.
En memoria de todos ellos, guardamos este minuto de silencio.

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MINUTO DE SILENCIO
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En esta mirada retrospectiva, mirada de dolor, de recuerdo a quienes perdieron la vida aquél día y aquellos años...; en esta mirada retrospectiva, digo, no podemos dejar de recordar, y con sano orgullo, que el valle de Roncal, y con él también esta villa de Burgui, en el otro lado de la balanza supo poner momentos de gloria. El castigo y las desgracias, lejos de hacerles desistir, les daban a los roncaleses argumentos para mantener bien alta la bandera de la dignidad, de la justicia y de la independencia de su tierra.
Supieron hacer causa común, bajo un mismo mando, ante los ataques del potente ejército de Napoleón. Y no solo supieron hacerles frente, sino que supieron derrotarlos en los montes de Garde, en el puerto de Isaba, en la Bochuela...; y, curiosamente, en otros muchos puntos de la geografía Navarra. Vimos a pastores roncaleses, guerrilleros para la ocasión, atacar en la Ribera a las tropas francesas para liberar con éxito a Renovales y a los roncaleses que llevaban presos; vimos roncaleses desarmando en Tafalla a las tropas francesas, robándoles los fusiles y cañones que transportaban en carros; vimos roncaleses derrotando en Iso a las tropas invasoras; y los vimos expulsando a los franceses del valle de Salazar; y, como estas, decenas de acciones guerrilleras en las que el valle de Roncal supo dar la talla, como siempre lo ha hecho.
Hay que situarse en aquellos años, en aquél momento concreto, para entender que aquellos antepasados nuestros hicieron lo que tenían que hacer, y además lo hicieron con valentía; no consintieron la injusticia, ni el abuso, ni la opresión. Fueron solidarios entre ellos, y fueron solidarios con quienes sufrían. Lucharon por la independencia de esta tierra y por sus derechos milenarios. Tal fue su bravura y su capacidad de heroísmo que el ejército de Napoleón, que en ese momento estaban arrasando todo el país, tuvieron que concentrar miles de efectivos para aplastar el sorprendente valor de los roncaleses.
Hoy, doscientos años después, y desde la visión actual, tal vez no falte quien piense que se equivocaron, que no obraron bien. Todo cabe entre quienes no son capaces de situarse en la realidad de hace dos siglos; pero..., y esto hay que decirlo alto y claro, nadie podrá negar que aquellos hombres, antepasados nuestros, fueron valientes, fueron fieles, fueron solidarios, fueron héroes, fueron temidos, causaron respeto incluso a la hora de ser vencidos. Y esto nos llena de orgullo.
Aquellos hombres extendieron su campo de acción a toda Navarra; y en toda Navarra triunfaron los Gambra, los Cruchaga, los Glaría, los Esandi, los Martín, y otros muchos roncaleses que encabezaron partidas de rebeldes por toda la geografía foral.
Para ellos va dedicada, a continuación, esta simbólica muestra del folclore navarro. Folclore de Sangüesa, su jota, cabeza de la merindad en la que tantos triunfos cosecharon los roncaleses. Folclore de Uztárroz, su ttun ttun, cuna de clérigos guerrilleros y de innumerables combatientes. Y folclore de Tafalla, también su jota, en donde a una columna militar francesa los roncaleses arrebataron todo el armamento que portaban para la defensa de Pamplona.
Adelante el grupo de baile de Isaba.

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BAILE DE LA JOTA DE SANGÜESA
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BAILE DEL TTUN TTUN DE UZTÁRROZ
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            Hacemos un paréntesis en estos bailes que nos ofrece el grupo de Isaba, y antes de dar paso al baile de la jota de Tafalla, -de paso descansan un poco- vamos a escuchar la lectura de un poema que el vecino Félix Sanz ha escrito para la ocasión.

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BAILE DE LA JOTA DE TAFALLA
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Seguidamente el alcalde de Burgui, Iñaki Ayerra, antes de proceder al descubrimiento de una placa conmemorativa, nos va a dirigir unas palabras.

Buenas tardes a todos, arratsion.
Lo primero de todo, como alcalde de esta villa, quiero agradecer en mi nombre y en el de todos los vecinos, la presencia de cuantos hoy nos acompañáis aquí en este día tan señalado para nuestro pueblo y para nuestras gentes. Agradecimiento muy especial a cuantas autoridades habéis venido, por todo lo que representáis.
Estamos aquí para recordar, porque no queremos que nuestra historia se olvide.
Pero sobre todo estamos aquí para hacer un acto público de reconocimiento a aquellos vecinos de Burgui, antepasados nuestros, que tras sufrir en sus propias carnes los horrores de una guerra, después de ver cómo sus casas eran pasto de las llamas, después de ver cómo algunos vecinos y familiares morían carbonizados, después de ver cómo ante sus ojos moría la esperanza y el futuro, después de..., después de todo eso, sin otras herramientas que sus manos, y sin otro impulso que su rabia y su dolor, fueron capaces de tragarse las lágrimas, y, piedra a piedra, casa a casa, volver a levantar un pueblo, y volver a forjar un futuro, cuya realidad, doscientos años después, es la que tenemos hoy ante nuestros ojos.
Tengo el convencimiento de que hoy, y ahora, allá en lo alto, en el lejano firmamento, algún alma agradecida de quienes nos han precedido, estará colmada de satisfacción al ver este acto sencillo, pero emotivo. Tengo el convencimiento, insisto, que detrás de este reconocimiento que hoy hacemos los vecinos de Burgui, y con ellos todo el valle de Roncal, está igualmente el reconocimiento de todas las generaciones intermedias.
Aprovecho para dedicar desde aquí un recuerdo muy especial a las villas aragonesas de Ansó y Echo, que tal día como ayer, doscientos años atrás, igual que nosotros, sufrieron también los horrores de la guerra en forma de incendio.
Y quisiera finalizar, como alcalde de Burgui y como roncalés, nobleza obliga, tendiendo la mano a los vecinos del otro lado de la frontera, a quienes comparten el Pirineo con nosotros, a los mismos que cuando el ejército de su país nos dejó en la ruina seguían ellos acudiendo a la Piedra de San Martín a entregar sus vacas cumpliendo así su palabra y sellando con la mano su compromiso de paz. Unos y otros somos pirenaicos. Compartimos montañas, compartimos raíces, incluso llegamos a compartir una misma lengua hasta no hace mucho tiempo. El tiempo nos ha puesto ahora en el mismo bando en esta guerra que mantenemos por mantener un Pirineo vivo y con futuro.
Descubrimos ahora esta placa, que quiere ser ese elemento físico que perpetúe nuestro recuerdo de lo que vivieron hace dos siglos nuestros antepasados, y nuestro homenaje a su capacidad por volver a levantar este pueblo. Y me gustaría que el mejor reconocimiento que podamos hacerles fuese el compromiso y el esfuerzo de todos los vecinos en dar continuidad a toda esa labor que nuestros antepasados han realizado siempre encaminada a hacer de Burgui un pueblo cargado de futuro.
Muchas gracias a todos. Mila esker.

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DESCUBRIMIENTO DE LA PLACA
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BAILE DE LOS GIGANTES
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Finalizamos así, con este baile de los gigantes, ¡con este baile de gigantes roncaleses!, este acto de recuerdo y de homenaje. El Ayuntamiento de Burgui y la asociación cultural La Kukula, organizadores de lo que acabamos de presenciar, queremos agradecer la asistencia de todos vosotros, la asistencia de trajes y de banderas, la asistencia de autoridades, y la del pueblo liso y llano; gracias al grupo de baile, y a la fanfarre, y a la asociación Kurruskla, de Isaba.
Agradecimiento que se hace extensivo al Gobierno de Navarra, representado aquí por D. Carlos Erce (director del Departamento de Turismo del Gobierno de Navarra), y por D. Joaquín Ortigosa (Director General de Comunicación del Gobierno de Navarra).
Nos gustaría que hoy, al irnos de aquí, nos quedásemos con la sensación de que hemos hecho lo que había que hacer; que hemos estado donde teníamos que estar; que hemos hecho un acto de recuerdo y de homenaje en donde el rencor no ha tenido cabida; que hemos vivido una tarde que no será fácil de olvidar.
Hemos hecho un acto sencillo, a nuestro estilo, con nuestros medios, con las cosas nuestras, y sobre todo con nuestra gente. Eso no tiene precio.
En esta tarde hemos mirado hacia atrás, hemos recordado, algunos nos hemos emocionado con el recuerdo de lo que aquello fue. No hará falta decir que queda hecha la invitación de mirar hacia delante, de mirar hacia el futuro desde el presente, desde un presente que no es fácil. Vivimos hoy una guerra contra la despoblación de nuestros pueblos, luchamos por devolver a todos los roncaleses y a cuantos aquí viven, el orgullo de ser de donde son, y de vivir donde viven.
Curiosamente nuestro futuro pasa por ir de la mano un pueblo con otro pueblo, y un valle con otro valle, incluidos nuestros vecinos franceses con quienes llegamos a compartir una misma sangre. Con ellos, compartiendo proyectos e ilusiones, miramos hacia delante. Hoy, más que nunca, con el recuerdo de lo que esta tarde hemos conmemorado, queremos que el Pax Avant resuene con más fuerza que nunca.
Para finalizar, me gustaría que, pensando en aquellas personas de este pueblo y de este valle que murieron durante la Guerra de la Independencia, pensando en todos los que sufrieron los horrores de aquella guerra, pensando en los que entonces, al grito de ¡no importa!, combatieron por esta tierra, cerrásemos este acto con una fuerte ovación dedicada a todos ellos.
Muchas gracias, mila esker, gracias de corazón por acompañarnos hoy.